En la Finca El Guajonal te adentrarás en formaciones rocosas volcánicas únicas en Puerto Rico, hogar del misterioso Coquí Guajón, una de las especies más fascinantes y difíciles de observar.
Imagina caminar entre cavernas húmedas, escuchar un eco profundo que anuncia su presencia y explorar un ecosistema que existe en muy pocos lugares del mundo. Aquí la adrenalina, la naturaleza y lo desconocido se unen para regalarte una experiencia inolvidable.
Prepárate para terrenos retadores, rocas gigantes, humedad, bejucos, árboles y la magia de la fauna nocturna. Y si cae un aguacero… ¡la aventura se multiplica!
Vive la emoción. Descubre lo oculto. Conecta con la naturaleza desde otra perspectiva.
Reserva tu recorrido y atrévete a explorar los guajonales como nunca antes.

Yo fui al Guajonal y desde el principio me cautivó la curiosidad de conocer una de las catorce especies de coquíes que existen en Puerto Rico: el Coquí Guajón. Esta especie habita exclusivamente en cavernas formadas por inmensas rocas volcánicas ubicadas en la zona sureste de la isla, conocidas como guajonales. Estos espacios oscuros y húmedos, que suelen tener un cuerpo de agua en el fondo —ya sea un manantial, una quebrada o un río— crean el ambiente perfecto para su supervivencia.
El canto del Coquí Guajón es muy distinto al del coquí común. Produce un sonido con eco (tuú, tu, tu, tu, tu) que algunos consideran un poco tenebroso, razón por la cual en inglés lo llaman “cave demon”. Su voz se escucha a decenas de metros antes de poder verlo, lo cual es difícil de día. Sin embargo, en las noches aumenta la posibilidad de observarlo, pues sale entre las rocas para alimentarse o desplazarse entre cavernas, e incluso puede encontrarse cerca de la superficie.
Esta especie también presenta diferencias visibles entre machos y hembras: el macho tiene la garganta y el vientre amarillos, mientras que la hembra muestra un tono crema claro y es de mayor tamaño, como ocurre en la mayoría de los anfibios del país. En algunas áreas se pueden ver camadas de huevos adheridas a las rocas y custodiadas por un macho.
Llegar a los guajonales es parte esencial de la experiencia. El terreno es húmedo, inclinado y resbaladizo, con troncos caídos, hoyos, bejucos y enredaderas que requieren caminar en “modo 4x4”. Esta travesía convierte el recorrido en una aventura emocionante y divertida. Y si cae un aguacero, la experiencia se intensifica aún más, creando un recuerdo verdaderamente inolvidable.






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